jueves, 28 de enero de 2010

Caminos






La noche abrazó rápidamente al cielo con codicia. Por mucho que insistiese, no conseguía vislumbrar a la luna, la cual parecía saber lo que me proponía, y de ahí su ausencia. Las hojas secas de los arboles no dejaban de susurrarle cosas al viento, que se las llevaba consigo a su paso.


El chirriar de los eslabones del parque me erizaba el bello de los brazos , pues mi tétrica imaginación dibujaba almas desgraciadas impulsándose unas a otras en los columpios para intentar llegar al cielo aún sabiendo que permanecerían ancladas a este mundo por mucho más tiempo.


Yo buscaba su silueta en la noche, buscaba sus centelleantes ojos en la densa oscuridad. Sabía que se encontraba próxima a mí porque las farolas que yacían salpicadas por el sendero estaban apagadas.


Le encantaba hacerlo, disfrutaba atemorizando a sus víctimas antes de toparse con ellas, pero conmigo no iba a ser tan fácil, no le temo en absoluto, ya no existía nada ni nadie que pudiese hacerme temblar, nada.


Un siseante canturreo empezó a deslizarse por entre los árboles hasta llegar a mis oídos.


-¿Por qué no te dejas de gilipolleces y sales ya?- mi pregunta dio por finalizado su canto. El silencio lo invadió todo como si de niebla se tratase. Me vi tentado a gritar para deshacerlo-vamos, no he venido para jugar al escondite.


Una sonora carcajada precedió a su aparición. Haciéndose paso con suma sutileza surgió de entre la espesura del bosque con una sádica sonrisa.



-¿Me buscabas?-me preguntó despegando lentamente sus labios que se tornaron de un color rojo putón al contraste con su tez pálida y sus cabellos nacidos de las mismísimas entrañas de la noche.



-¿Y quién no?-contraataqué dándole unas pinceladas de humor a la conversación.



-La gente se irrita enseguida-se apresuró a decir poniendo los ojos en blanco-esa chica era escoria, solo le hice un pequeño gran favor a la humanidad, fue mi buena...obra de la semana-me comentaba jugando entretenida con sus mechones.



-La única buena obra que podrías hacer en tu penosa vida sería la de suicidarte- le expliqué con voz seca. Hice una pausa y el resto de mis palabras salieron de forma precipitada-solo quiero saber..., solo he venido...porque quiero que me expliques la jodida razón por la que lo hiciste, por la que...la mataste-mis últimas palabras casi se quedaron selladas en mi boca mientras un nudo aprisionaba mi garganta.



Ella me miró dolida y tomando aire con cierta dificultad titubeó:



-Por ti-y girándose comenzó a caminar apresuradamente por entre la maleza.



No reaccioné enseguida, no pude hacerlo antes de que se esfumase. Entonces comencé a sentir un enorme vacío, como si un agujero me estuviera succionando todo mi ser.


Había venido hasta este parque con el firme propósito de acabar con ella, pero ahora, ahora sabía que jamás lo conseguiría.


martes, 19 de enero de 2010

Abre solo un ojo




Ilusiones, de eso vives.

Es normal cuando te topas con esta mierda de mundo en el que no hay nada interesante que hacer, y en el que cuando surge algo ya hay alguien que se ocupa de hacerlas. Planteándote estas cosas solo haces que te vaya invadiendo poco a poco, como la marea cuando sube o baja, esa angustia incesante, ese interrogante tan profundo que te golpea con fiereza: " ¡¿Qué haces aquí?!".
Tu respuesta sigue siendo la misma a pesar de todo: "No sé, dímelo tú..."
Y en cuanto sueltas esto, se desvanece sin más, no responde, y te abrasa, haciéndote arder por dentro. Miras hacia arriba, hacia abajo, buscas, escrutas...nada ni nadie te responde, y tu ahí, como una pieza de ajedrez que está esperando su turno para actuar, que no sabe si quizás ese será su último movimiento.
Aprender a vivir con ello, o a morir por ello.