domingo, 12 de julio de 2009

Malvista - 2ª parte

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Hiver Sanglant (1466-1484)

Bianca alzó la mirada con cierto temor, no sabía porque iba a hacer lo que iba a hacer, pero presentía que tenía que hacerlo. Así que arrastrándose hacia la tumba que la había llamado sacó de su bolsillo la navaja de Kesikhe, y acercándola a su muñeca la deslizó con suavidad, haciendo que un hilo de sangre surcase su piel hasta desbordarse entre las yemas de sus dedos cayendo como con ansias sobre la lápida del desconocido personaje que ahí abajo estaba dormitando, al menos hasta el momento. Abrió la boca poco a poco emitiendo fuertes y cortos siseos en el lenguaje de las malvistas. El suelo vibró con fuerza durante unos segundos, la muchacha entrecerró los ojos escrutando el lugar en el que se encontraba buscando algo que le indicase como debía continuar, pues nada ocurría. Algo la hizo volver en sí, una forma oscura se estaba aproximando hasta ella, al principio sintió curiosidad, pero a medida que se iba acercando sentía todo lo contrario, estaba intentando contenerse, no quería gritar, pero aquella cosa, aquella sombra, la aterraba. Por fin se paró frente a ella, encima de la tumba de Hiver Sanglant, y al momento todas las piezas encajaron de golpe, empezó a sudar como nunca, pero un sudor frío, intenso, no conseguía articular palabra alguna, no podía mover ni un solo músculo, todo era tan…¿confuso? ¿Qué diantres le había llevado a convertirse en lo que era ahora?, pasados unos segundos, que a Bianca le parecieron más bien minutos, abrió la boca de nuevo, esta vez no para realizar un conjuro, sino para intentar parar lo que esa ¿persona? había empezado…

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